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PERSONAS APRECIADAS Y CERCANAS Reflexiones y acciones de mi Patria

biendo, labor que hacía todos los días a los 91 años, desde las teclas
de su computadora. Un buen día me sorprendió con una serie de
artículos sobres sus anécdotas como médico, desde los inicios de su
carrera de medicina, en 1938. A este libro lo tituló, Anécdotas de un
Médico, y fue publicado a inicios del 2002, exactamente año y me-
dio antes de su deceso.

La satisfacción que me proporcionó fue inmensa, al ver a un ser
superior, con la memoria más extraordinaria que he conocido, con-
tar sus experiencias como si las mismas hubieran ocurrido en fecha
reciente. Los detalles y nombres de las personas mencionadas son
tan precisos, que parece que hubieran ocurrido en el presente.

Hasta que le detectaron su enfermedad del colon, a principios del
2003, no dejó nunca de escribir; cada vez que salía del hospital, se
pegaba a su computadora y seguía escribiendo sobre tópicos de toda
índole. Sus conocimientos y cultura eran muy vastos. Hablaba de
ciencias, de filosofía, política y literatura, como un erudito.

Recuerdo una tarde que llegué a la casa, observé a Gloria, la se-
ñora que lo cuidaba, leyéndole pasajes del Quijote. Lo más sorpren-
dente fue que muchos de ellos, él los recitaba de memoria. ¡Qué
mente tan privilegiada tenía!

Una semana antes de hospitalizarlo por quinta vez, me llamó para
entregarme el que fue su último escrito, que tituló Remembranzas
del Instituto Nacional, escuela de la cual se había graduado en 1930.
Al leerlo, quedé grandemente sorprendido de la recordación, de los
detalles sobre sus profesores, sus compañeros, y las anécdotas ocu-
rridas, con una claridad y precisión sin precedentes.

El Dr. Félix Stanziola fue realmente “un joven de 90 años”, tal
como lo describió la escritora Lil Marie Herrera, en un artículo que
apareció en el diario La Prensa, durante la semana anterior a la pre-
sentación de su primer libro, Radiografía de un médico.

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