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DEMOCRACIA Y LIBERTAD                              Reflexiones y acciones de mi Patria


                  Fue bochornoso que la fuerza pública no actuó como lo manda la
               ley, bajo el pretexto de que los ánimos estaban muy caldeados y ellos
               no podían intervenir. Me pregunto, ¿para qué está la policía? ¿Vol-
               vemos a la era cuando había que recibir órdenes de su comandante
               en jefe para actuar? Es deprimente el espectáculo que ciudadanos
               decentes de este país hemos tenido que presenciar. ¿Hasta cuándo
               tenemos que aguantar tantos improperios, atropellos y vejámenes
               los panameños?

                  El 10 de mayo de 1855, el Dr. Justo Arosemena escribió a su pa-
               dre lo siguiente: “Conozco mi país y sé, por experiencia, que Panamá
               es el país de las anomalías, y nunca se ha distinguido por su espíritu
               público en medio de los mayores desórdenes y de las más grandes
               calamidades relacionadas con el gobierno, la indiferencia y el egoís-
               mo han predominado”.


                  Luego, a 157 años de esta carta, Panamá sigue en el marasmo de
               la indiferencia y el egoísmo, y añado, de una corrupción rampante.

                  En las postrimerías de las elecciones de 1968, el Dr. Antonio Gon-
               zález Revilla, uno de los médicos y humanistas insignes del siglo XX,
               con profundo sentimiento democrático, ético y moral, nos decía:
               “Vivimos años de angustia, dolor y de indignación para la república,
               al contemplar consternados la insolente desnudez de las ambiciones
               individualistas sin control y el innoble juego de los intereses clasis-
               tas tradicionales, de las pasiones desbordadas por el ansia de lucro y
               poder, el desprecio y la burla de la constitución y la ley,  y el desqui-
               ciamiento institucional de una endeble democracia”.


                  Ante esta triste realidad de honda conmoción política social y
               económica que nos afecta, me siento obligado a expresar pública-
               mente mi indignación, pues una actitud silenciosa de mi parte, se
               puede interpretar como complaciente con un estado de cosas into-
               lerables para el ciudadano que ama a su patria y para el cristiano que
               siente su doctrina.


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