Page 32 - Reflexiones y Acciones de mi Patria-eBook
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ANTECEDENTES DE AGENCIAS MOTTA                     Reflexiones y acciones de mi Patria


                 visité estuvieron Bavaria, Coltejer, Fabricato, Industrias Metáli-
                 cas de Palmira, Ingenio Providencia, Banco Industrial Antioque-
                 ño y Banco de Bogotá. Durante esta visita, tuve la oportunidad
                 de conocer a los presidentes y los gerentes de muchas de estas
                 empresas, quienes me ofrecieron un trato muy deferente, dado
                 que muchos de ellos eran amigos personales de mi padre.

                    Esta experiencia me abrió un horizonte que no conocía. Para
                 Marianela, mi esposa, resultó ser una experiencia valiosa, pese
                 a estar encinta de nuestro primer hijo, Roberto. Para mí fue una
                 gran oportunidad de conocer la organización y operación de las
                 empresas visitadas.


                    A mi regreso, procedí a instalar la empresa, que se llamaría
                 Comercial del Istmo, que operó por más de un año.  Lamenta-
                 blemente, la iniciativa fracasó debido a que, durante esos años,
                 la industria colombiana no contaba con la producción necesaria,
                 salvo algunas excepciones, para exportar sus productos a Pana-
                 má y Centroamérica en forma exitosa.

                    Meses después del cierre de operaciones de Comercial del Ist-
                 mo, mi tío Arturo Motta, a quien le tenía un gran cariño y admira-
                 ción, en una conversación que tuvimos me dijo que, dada sus gra-
                 ves condiciones de salud producto de una leucemia, había decidido
                 vender el almacén Casa Motta, ya que el negocio de Zona Libre
                 había crecido mucho y requería toda la atención de su hijo Bruce.


                    Durante nuestra conversación, ofreció venderme su almacén,
                 oferta que agradecí mucho, pero rechacé, explicándole que, por
                 mi personalidad y temperamento, no me veía como dueño de
                 este tipo de negocio. Lo que sí le mencioné fue que me podría
                 interesar la pequeña distribuidora de perfumes y cosméticos que
                 tenía en el segundo piso de Casa Motta, y que con mucho gusto
                 ofrecí administrar. Tristemente, cerca de  dos  meses después de
                 nuestra conversación, mi tío Arturo falleció.


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