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TESTIMONIO PERSONAL DE VIDA Reflexiones y acciones de mi Patria
Durante los primeros años, las parejas nombradas le imprimie-
ron un gran dinamismo en el reclutamiento de parejas. Nuestros
coordinadores, el Dr. Herminio Carrizo y su esposa Elma, le dieron
la mística necesaria que consolidó la vigencia del Movimiento Fa-
miliar Cristiano.
Recuerdo algunas de las parejas que se incorporaron, tales como
Fernando e Ida Sáiz, Ramón e Ida Arias, Pepe y Margarita Camel,
entre muchos otros. Marianela y yo participamos activamente, has-
ta mediados de los años 1970.
En el año de 1983, Marianela y yo ingresamos al movimiento neo-
catecúmeno, a raíz de un llamado del Señor a una convocatoria he-
cha en una misa en la Iglesia de Guadalupe. Durante estos 30 años
que hemos compartido con nuestros hermanos catecúmenos, se nos
afianzó la fe y las creencias y prácticas cristianas.
Durante estos años también asistimos a los retiros ignacianos
impartidos por el Padre Jesuita Miguel Elizondo. En estos retiros,
tanto a Marianela como a mí, se nos impartieron muchas enseñan-
zas que nos sirvieron para fortalecer nuestra vida espiritual, que
años más tarde nos ayudaron a sortear las duras pruebas por las que
tuvimos que pasar. Todavía guardamos en nuestra memoria la frase
del Padre Miguel Elizondo cuando nos decía: “Lo único que no nos
podemos dar el lujo de perder, es la paz y la libertad”.
El 11 de enero de 2008, Marianela y yo tuvimos que afrontar la
prueba más difícil de nuestras vidas. Estando Marianela en Miami,
en un centro de ejercicios y salud, caminando hacia su cuarto des-
pués de hacer los ejercicios matinales, se desmayó y fue llevada al
hospital más cercano. Esa mañana, al recibir la llamada del médi-
co, me dijo que Marianela había tenido un derrame. Tomé el primer
avión y al llegar al hospital en horas de la noche, encontré a Mariane-
la semi inconsciente. Cuál fue mi sorpresa, que al día siguiente, Ma-
rianela recobró el conocimiento y preguntó por sus hijos y hermanos.
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