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Reflexiones y acciones de mi Patria   OBSERVACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA DE OTROS PAÍSES Y SISTEMAS


                   Al llegar, me encontré con Marianela y los muchachos que venían
                 muy contentos de su recorrido. Los conductores de los bici-taxis
                 los habían llevado a conocer sus casas en las afueras de La Habana.
                 Sus condiciones de vida eran muy precarias, las viviendas eran com-
                 partidas por varias familias en un entrepiso, construido a la altura
                 del techo, al que le llamaban “barbacoa”. Marianela y nuestros hijos
                 aprovecharon la oportunidad para llevarles ropa, medicinas y algu-
                 nos enseres domésticos que habían traído desde Panamá. En agra-
                 decimiento, el mayor de ellos me envió de regalo una botella de ron
                 Varadero que aún conservo como recuerdo.

                   En la noche salimos todos a conocer el famoso cabaret Tropica-
                 na. Me impresionó el frondoso árbol situado en medio del escenario.
                 Mientras nos acomodábamos en nuestros asientos, escuchamos la
                 bella melodía del bolero “La gloria eres tú”. El show fue muy alegre,
                 con gran ritmo, protagonizado exclusivamente por bellas mulatas.


                   Al día siguiente partimos hacia las playas de Varadero, pasando
                 por la provincia de Santa Clara. La playa de Varadero me impresio-
                 nó mucho, nunca había visto unas aguas más claras ni frescas, con
                 una explanada mar adentro sobre la cual puede uno adentrarse ca-
                 minando con el agua a la cintura, más de quinientos metros. Todos
                 estos años, he mantenido comunicación, con la persona que en esa
                 ocasión nos brindó su ayuda y organizó el transporte para visitar las
                 playas de Varadero, Félix Argüello Espinosa. He tenido la oportu-
                 nidad de ayudarlo a distancia, porque las dificultades para los cuba-
                 nos, no terminan.

                   A nuestro regreso en horas de la tarde fuimos a cenar en un “pa-
                 ladar”, restaurantes caseros que los cubanos abren en sus casas para
                 los visitantes, con el padre de una amiga de Berta Ramona Thayer,
                 quien resultó ser doctor en medicina, decano de la Facultad de Gi-
                 necología y Obstetricia de la Universidad de La Habana. Durante la
                 cena, el doctor, después de tomarse unos cubalibres, nos confió el




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