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OBSERVACIÓN SOCIAL Y POLÍTICA DE OTROS PAÍSES Y SISTEMAS    Reflexiones y acciones de mi Patria


               grado de frustración que tenía con el régimen revolucionario. Com-
               partió que su salario era equivalente a cuarenta dólares americanos
               al mes, que no le cubría ni para la comida, por lo que recurría al true-
               que, brindando sus servicios a cambio de gallinas, huevos y otros
               productos necesarios para la diaria supervivencia. Al final de nues-
               tra conversación, nos manifestó que su mayor anhelo era poder sa-
               car a su única hija de Cuba. Su deseo se cumplió, ya que su hija logró
               ir a México a tomar un curso, en el que conoció a un mexicano con
               quien se casó. Tuvimos la dicha de recibirla en su visita a Panamá,
               dos años más tarde, en compañía de su esposo. Supe después que
               el buen doctor murió de cáncer y su esposa se había ido a vivir con
               su hija a México. Como esas historias humanas, hay miles en Cuba,
               bajo un régimen que condena a la miseria a los isleños y al exilio a
               quienes no quieren vivir así.

                  Al día siguiente, antes de regresar a Panamá, visitamos breve-
               mente el Museo de la Revolución, sobre el cual me quedaron más
               preguntas que respuestas. Al hacerle algunas preguntas a la guía,
               medio la impresión de que se autocensuraba por miedo a manifestar
               sus opiniones ante los cuestionamientos que le hice. La disonancia
               entre el discurso grandioso y rimbombante de los ideólogos de la
               “revolución”, una dictadura que prometió de todo a su población y
               ahora le da poco o nada, ya que no solo le quitó sus libertades polí-
               ticas para poder expresarlo, si no también la libertad económica y
               comercial de poder forjar su propio bienestar.


                  Confieso que este viaje a Cuba fue el viaje más intenso y traumá-
               tico que he tenido a lo largo de mi vida; pude experimentar y consta-
               tar por cuenta propia la miseria material, la frustración general y el
               sufrimiento particular de un pueblo al que una minoría –que hoy es
               la élite del partido y sus dirigentes— lo ha forzado a quedarse en el
               pasado, mientras ellos gozan de privilegios y no pasan hambre.







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